
ALGO MÁS QUE UNA CONDUCTA
Hipnosis, la vía para llegar a las emociones
Para conseguir acceder a este estado es necesario alcanzar una relajación profunda
Muy lejos de las impresionantes escenas de hipnosis que el cine nos ha ido inculcando durante años y años, la hipnosis clínica camina muy lejos de esas imágenes que todos tenemos en mente: un paciente que confiesa secretos inconfesables, recuerdos olvidados del comienzo de nuestra vida o, cómo no, aquel paciente que no logra despertarse.
En la vida real la hipnosis no es ni tan impresionante ni tan increíble, tal y como nos confiesa Francesca Román, directora de Centrum Psicólogos. La hipnosis clínica es de una de las herramientas que Centrum Psicólogos utiliza. Más bien, la hipnosis es un estado en el que se aplica la psicoterapia. Nuestro cerebro está formado por dos hemisferios, el dominante y el no dominante y aunque los dos trabajen conjuntamente cada uno de ellos va a predominar según estemos dormidos o despiertos y además, van a alojar estructuras distintas.
El problema de recetar a los enfermos mentales
Los analgésicos o los ansiolíticos llegan a ser un problema más para las personas que padecen ciertos tipos de enfermedades
Muchas de las personas acuden a la sanidad pública cuando sufren algún tipo de dolor por estrés o ansiedad sin saber que tienen este problema. A partir de aquí, surge un problema que muchos psicólogos lamentan. Desde el servicio público no se remite a la sección de psiquiatría o psicología a estos pacientes sino que directamente se les receta un analgésico o algún tipo de ansiolítico. Algo que no hace más que favorecer a la industria farmacéutica según un psicoanalista de un centro de Leganés.
Para Juan – nombre ficticio ya que ha preferido permanecer en el anonimato – la salud pública debe mejorar en este sentido porque “el trastorno mental no se cura como cualquier enfermedad” ya que es algo que está en la personalidad de las personas. Afirma que no se debe recetar medicamentos para tratar un dolor que probablemente pueda volver a aparecer por circunstancias personales. El problema “radica en la mente” y no es posible controlarlo como si fuera una gripe o un dolor de estómago.
