
ALGO MÁS QUE UNA CONDUCTA
El problema de recetar a los enfermos mentales
Los analgésicos o los ansiolíticos llegan a ser un problema más para las personas que padecen ciertos tipos de enfermedades
Muchas de las personas acuden a la sanidad pública cuando sufren algún tipo de dolor por estrés o ansiedad sin saber que tienen este problema. A partir de aquí, surge un problema que muchos psicólogos lamentan. Desde el servicio público no se remite a la sección de psiquiatría o psicología a estos pacientes sino que directamente se les receta un analgésico o algún tipo de ansiolítico. Algo que no hace más que favorecer a la industria farmacéutica según un psicoanalista de un centro de Leganés.
Para Juan – nombre ficticio ya que ha preferido permanecer en el anonimato – la salud pública debe mejorar en este sentido porque “el trastorno mental no se cura como cualquier enfermedad” ya que es algo que está en la personalidad de las personas. Afirma que no se debe recetar medicamentos para tratar un dolor que probablemente pueda volver a aparecer por circunstancias personales. El problema “radica en la mente” y no es posible controlarlo como si fuera una gripe o un dolor de estómago.
Pese a ofrecernos cierto efecto tranquilizador, los ansiolíticos tienen varios síntomas negativos. La Clínica de la Ansiedad, un centro autorizado por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, asegura que los efectos adversos “consisten en somnolencia, alteraciones de la memoria, alteraciones de la atención y de la concentración”. Y, el mayor problema de todos, la adicción. Los psicólogos aseveran que los analgésicos terminan por ser un medicamento adictivo al que el paciente acude constantemente al sentir síntomas de ansiedad. Esto no es positivo ya que nunca llegará a mejorar si no se toman el fármaco. La adicción es una de las causas por las que es necesario señalar que estas pastillas terminarían resultando un remedio peor ya que el paciente se introduciría en una vida en la que cada vez que siente cierto dolor acude inmediatamente a este tratamiento. Esto supondría que nunca llegaría a mejorar más allá de lo que dure el efecto del analgésico.
Además, para Juan es necesario mejorar el servicio que prestan los psicólogos en la salud pública. Principalmente con la medida de enviar a los que padecen algún síntoma mental a los psicólogos y no recetarles simplemente un fármaco y menos desde “el médico de cabecera” ya que no es el adecuado para este tipo de enfermedades. Afirma que lo mejor es centrarse en que los pacientes se sientan mejor consigo mismo. Que sean capaces de tener claro lo que son y sus objetivos en la vida, algo que les ayuda a conseguir tener menos problemas mentales como son la ansiedad o la depresión.
