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Sandra Rodríguez

 

 

Luz Iglesias, madre de Silvia Cruz, percibe que algo en su hija no va bien porque ve cómo adelgaza considerablemente en poco tiempo. Además, Silvia sufre muchos cambios de humor muy bruscos y pierde las ganas de relacionarse con el exterior. "La veía preocupada, triste. Si me quedaba mirándola, me decía que dejase de hacerlo porque no le gustaba".

 

"Mostraba una sonrisa triste"

 

Luz afirma que su hija pegó un cambio radical. Se fue una semana a Bilbao por asuntos familiares, en la que Silvia se quedaba sola en casa. Cuando Luz volvió, lo primero que dijo al verla fue: "Silvia, hija, pareces un cadáver". Fue a la nevera y la vio exactamente igual a como la había dejado antes de hacer el viaje. "Tenía un presentimiento de que no debía irme, y suena duro, pero si llego a estar más días fuera de casa, no quiero pensar lo que me habría encontrado".

 

Las excusas de Silvia respecto a las comidas que Luz al principio se cree empiezan a agotarse. A ello se une la manera de vestir, llevando ropa larga y ancha en pleno verano, lo que suscita preguntas en una madre extrañada por el comportamiento de su hija.

 

"Me dijo: 'Mamá, se me ha ido de las manos'"

 

El que a Silvia le diagnosticaran un Trastorno de Conducta Alimentaria es algo que Luz se esperaba. "Un día vino y me dijo: Mamá, tienes razón. He ido a un psicólogo y me ha dicho que tengo un problema". Ambas vuelven a la consulta al día siguiente, ya que les dicen que es urgente. Cada día que pasa va en su contra.

 

Luz se muestra asombrada por que su hija diera el paso de contarlo tan rápido, aunque mantenía la confianza de que ella recapacitara, ya que lo negaba cuando su madre se lo decía.

 

Silvia empieza a no mostrarse receptiva con el psicólogo, porque no está conforme con las dietas que le establece. Es cuando recae y vuelve a comprarse laxantes. "Me engañó, pero no lo puedo llamar traición, es la enfermedad la que está mintiendo realmente". Luz confiesa sentirse fracasada en ese momento, pero el psicólogo le hace entender que no debe sentirse culpable. Luz afirmó en aquel momento: "Se me ha ido de las manos", y su hija le respondió: "No, mamá, se me ha ido de las manos a mí".

 

La vida no se compone de calorías

 

Ante las advertencias de las consecuencias de este trastorno, Silvia le reconoce a su madre que no le preocupa que se le caiga el pelo, sino continuar adelgazando. Ahora toma pastillas multivitaminas para evitar la caída.

 

Luz no consigue la certeza de si su hija está actuando bien o mal. Silvia ve distorsionada la realidad. "Esto me agota físicamente, pero afortunadamente la vitalidad que tengo en mi cerebro me ayuda mucho".

La madre de una afectada por anorexia nerviosa purgativa nos cuenta la historia de su enfermedad

Una visión cercana desde fuera

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