
ALGO MÁS QUE UNA CONDUCTA
La demencia senil es una enfermedad mental que sufre principalmente la población anciana. Las personas que sufren esta enfermedad no pueden llevar una vida normal ya que su capacidad mental se va a ver afectada. El primer síntoma de la aparición de esta enfermedad lo constituye la pérdida de memoria, seguido de otros síntomas, tales como la pérdida de lenguaje; problemas motores y físicos, entre los que se encuentran la dificultad de utilizar habilidades manuales correctamente o controlar la orina; problemas de lógica mental; de personalidad o trastornos del sueño.
No se debe confundir la demencia senil con el Alzheimer, aunque estas dos enfermedades tengan ciertas semejanzas razonables, pues los síntomas y el carácter crónico e irreversible que conllevan la degeneración de las neuronas son muy parecidos, el Alzheimer puede parecer en edades más tempranas y no provoca tanto deterioro físico como una demencia.
La vida de las personas que sufren esta enfermedad se va apagando poco a poco
Demencia senil, la impotencia de olvidar
Nos hemos acercado, un poco más, a la demencia senil de la mano de Francisco López, hijo mayor de María Luisa Pérez y paciente de la enfermedad durante 20 años ya. Actualmente la enferma se encuentra postrada en una cama sin poder valerse por sí misma, en absolutamente ningún aspecto. Sufre pérdidas de memoria e incapacidad de moverse, de hablar y por tanto, de expresarse. Consecuencia de esto, ha tenido que ser su primogénito el que nos facilite información acerca de María Luisa.
Todo comenzó con unos acusados dolores de cabeza de los que María Luisa se quejaba una y otra vez, seguidos de una torpeza que hizo que sus familiares empezaran a sospechar. María Luisa tenía 45 años y poco a poco la enfermedad comenzó a producirle pérdidas leves de memoria. No recordaba lo que iba a hacer de comer, para qué había salido a la calle…
La demencia senil tardó unos 10 años en desarrollarse por completo en el cuerpo de María Luisa. Durante esa primera década, los síntomas no pasaron de los citados anteriormente, pero en el segundo periodo de 10 años empezó a perder movilidad y destrezas poco a poco y a costarle hablar.

Comenzó a necesitar ayuda para realizar acciones diarias, tales como, ducharse, preparar la comida y, también, para activar su cuerpo y no caer en el sedentarismo pues eso le podría provocar quedar inmóvil aún más rápidamente.
Cuando se acercaban los 70 años, María Luisa no se expresaba prácticamente, hablaba muy poco y las andaderas que utilizaba para moverse le servían cada vez menos. Ya no controlaba tampoco la orina por lo que era una persona totalmente dependiente. Al llegar a los 75 años de edad perdió toda la movilidad y quedó postrada en una cama, dejó de hablar y su única vía de expresión era el llanto o la risa. Sin embargo, Francisco nos cuenta que su madre no recuerda las cosas y que aunque recordara algo, no sería capaz de expresarlo, pero sí que reconoce a sus familiares más allegados.
Actualmente se alimenta con una jeringuilla, pues no tiene fuerza ni para masticar ni para tragar. No se mueve de su cama y es incapaz de expresar nada a excepción de una cosa; cuando la visita alguien cercano, en muchas ocasiones, es capaz de reconocerlo, los ojos le brillan y comienza a llorar.