
ALGO MÁS QUE UNA CONDUCTA
Anhedonia, una vida sin placer
Hay momentos de nuestra vida en los que exprimimos al máximo el disfrute de nuestras aficiones y de las cosas que nos gustan, sin embargo, cuando nos cruzamos de frente con un problema o atravesamos una mala racha no disfrutamos de nada y tendemos a pensar que nada tiene sentido….
¿Te imaginas una vida así, en la que continuamente vivamos en esta segunda situación?
Una alteración en el sistema de recompensa del cerebro, a la hora de producir dopamina, es la responsable de esta psicopatología en el estado de ánimo, constituyendo unos de los síntomas principales de trastornos neuropsiquiátricos como la depresión o la esquizofrenia.
Un enfermo de anhedonia puede, o bien sentir una especie de anestesia que en vez de anular el dolor lo que va a anular es el placer, volviéndose insensible hacia lo placentero; o, por otro lado, se da también el caso de que el problema del enfermo no sea la ausencia en sí de placer, sino la incapacidad de poder expresarlo o no ser consciente de que se está sintiendo placer.
Este síntoma derivado de enfermos emocionales o psiquiátricos puede afectar al paciente de forma general en todos los ámbitos de su vida o puede centrarse en un solo aspecto. En este segundo caso, nos encontramos, por ejemplo, la anhedonia social, eyaculatoria o musical; correspondiendo a la incapacidad de disfrutar de las relaciones sociales, de la eyaculación o de emocionarse con la música respectivamente.
Los pacientes con anhedonia, normalmente, se van a encontrar desganados a la hora de realizar las acciones más simples de la vida, tales como levantarse o trabajar; sufren también alteraciones en el sueño o en el apetito, además de ideas suicidas.
Aunque así de primeras parezca algo muy difícil, lo que el círculo más cercano de un enfermo de anhedonia debe proponerse es que este se reenganche a la vida, pues si una persona sin deseos de nada en la vida comienza a ver las cosas positivas que su existencia está dispuesta ofrecerle, la mejoría psicológica estará garantizada.
Todo el mundo tiene derecho a sentirse bien consigo mismo, y el objetivo terapéutico de para estas personas será siempre el de 'lograr que el enfermo vuelva a sentirse persona'.
Se conoce así a la incapacidad de sentir placer con actividades que, normalmente, nos resultan agradables
